sábado, 24 de febrero de 2018

Experiencias de un joven lobense apasionado por el espacio

Entre cohetes y satélites
Andrés Cánchero: ingeniero aeronáutico recibido en la Universidad Nacional de La Plata y máster en ingeniería aeroespacial realizado en la Universidad de Austin (Texas, Estados Unidos).
Experiencias de un joven lobense apasionado por el espacio.
¿Tenés algún momento preciso en que hayas dicho “me gusta el espacio”?
Son recuerdos de chico, cuando me preguntaban con qué me gustaba jugar. Tengo flashes que me recuerdan a aviones y cohetes. La verdad que no tengo un momento preciso que me marcó como para dedicarme a esto. Después, cuando uno se mete en la carrera tiene recuerdos y anécdotas que confirmaron haber elegido lo que me gustaba.
Mi papá de chico quería ser piloto. También fue uno de mis anhelos. Quizás se dio inconscientemente o por tener el sentimiento oculto.
Cuando elegiste la carrera te fuiste a La Plata.
Sí. En principio fue más sencillo porque Joaquín, mi hermano mayor e ingeniero civil, estaba viviendo en La Plata. Todo indicaba que iba a estudiar allá y se dio la casualidad que la carrera de ingeniería aeronáutica podía estudiarse en La Plata. Me reservé la información de la carrera en que me iba a anotar.
Sabía que iba a ser ingeniería pero me lo guardé hasta el día que me fui a inscribir, un diciembre de 2004.
Salí de inscribirme y le conté a mi mamá, la primera reacción obviamente fue “estás loco” pero tanto ella como mi papá me apoyaron siempre y si no fuera por ellos hoy no estaría acá. Muchos me preguntaban “en qué vas a trabajar”. Después te das cuenta que hay mucho para hacer.
En La Plata estudié ingeniería aeronáutica. A partir de 2008, en el Departamento de Aeronáutica, de la mano de la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales) trabajé primero con el satélite SAC-D/Aquarius (fabricado por INVAP con NASA como contratista principal) y luego con el proyecto Tronador. Fueron unos 4 años donde dejé de lado los proyectos aeronáuticos y empecé a estudiar los aeroespaciales.
¿Estabas en la carrera?
Sí, a fines de 2008 empecé a trabajar por medio de becas. Digamos que la carrera de aeronáutica se transformó en aeroespacial y recién a mediados de este año se logró impulsar una especialización.
¿Existe la carrera de ingeniería aeroespacial en Argentina?
Hay cursos o maestrías para cursar que podés tomar si venís de aeronáutica, mecánica, electrónica o alguna otra de ese estilo. Hace dos años arrancó ingeniería aeroespacial en la Universidad de San Martín de la mano de la CONAE, pero todavía no está bien consolidada (ni acreditada por CONEAU). Le falta mucho camino por recorrer. Ojalá no le pase lo mismo que a la ingeniería aeronaval que se estuvo perdiendo y se cerraron cursos por no tener alumnos.
¿Estuviste haciendo un máster?
En 2013, a través del programa bec.ar de la Jefatura de Gabinete, me fui a hacer un máster a Estados Unidos. La primera camada de este programa de becas estuvo en Brasil, durante tres meses, haciendo un curso de especialización en negocios.
Luego se firmaron convenios con otros países, entre ellos Estados Unidos.
En el grupo que fui había una gran parte de ingenieros pero también programadores, diseñadores industriales e, inclusive, médicos. Te cubría un estipendio para poder vivir, pasajes, seguro médico, visas. Estaba coordinado con el programa Fulbright que regula maestrías y doctorados que se hacen en Estados Unidos.
Éramos 50 becados que viajamos a Estados Unidos y cada uno hizo una maestría o doctorado con el requisito que pueda aplicarse en nuestro país. Lo importante no solo es ir y formarte sino volver y transmitirlo. Por contrato, si estuviste dos años en tu maestría, Tenés que volver a Argentina y trabajar para aplicar ese conocimiento acá. Vale aclarar que una vez que estás allá es muy fácil tener ofertas de trabajo para no volver.
¿Dónde estuviste?
En Austin, capital de Texas. No es la ciudad más conocida del estado como San Antonio, Houston o Dallas. Austin es una ciudad muy linda y con gran nivel académico. Una vez que uno está inserto en el sistema es muy sencillo seguirlo.
La realidad es que si uno quiere volver a Argentina con un doctorado, el sistema industrial y académico no está preparado para recibir a los profesionales.
En otros países del mundo quizás uno puede salir de un doctorado e ir a trabajar a una empresa donde te lo reconocen. En nuestro país, si te especializaste mucho en un tema en particular y vas a una empresa o universidad, tenés que hacer un poco de todo.
Invertiste varios años en investigar en un tema en particular y no hay laboratorio.
Mi idea original siempre fue hacer la maestría y volver para poder aplicar ese conocimiento en nuestro país, tanto en una empresa como en la parte académica.
Volviste a Argentina y ¿ya tenías el trabajo actual en Bariloche?
Había enviado mi currículum a INVAP (una empresa argentina de alta tecnología dedicada al diseño, integración y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear, tecnología espacial, tecnología industrial y equipamiento médico y científico) y tres o cuatro meses antes de venirme me hicieron una entrevista vía Skype. Les gustó mi perfil y me dijeron que cuando vuelva los contactara para arreglar.
Cuando estuve en Argentina me llevaron a Bariloche para una entrevista y pasaron cinco meses hasta que me tomaron.
Específicamente, ¿en qué rama estás dentro de la empresa?
Las dos gerencias más grandes de la empresa son: “Nuclear” y “Espacial y Gobierno”. Estoy en esta última. Además hay otras dos gerencias más chicas: “Industrial y Energías Alternativas” y “Tics y Servicios Tecnológicos”.
Dentro de la Gerencia Espacial y Gobierno —en donde nos dedicamos a hacer satélites y radares— estoy en la parte de control térmico satelital. Nos encargamos de realizar el diseño térmico para que el dispositivo soporte las variaciones térmicas durante toda su vida.
¿Qué vida útil tienen los satélites?
Hay diferentes tipos de satélites. Por ejemplo, el ARSAT tiene una duración de quince años. Otros, que se usan más como una aplicación científica, pueden durar cinco. Entonces, tenemos que diseñar el satélite para que todos los elementos, componentes electrónicos y materiales aguanten las temperaturas extremas en un rango que determinamos durante su vida útil.
¿Se fabrica todo en Argentina?
Sí y no. Sería inviable fabricar todo en Argentina porque saldría muy caro y se necesitarían muchos años de desarrollo. Por ejemplo, los componentes electrónicos, en general, se compran afuera. Es decir, lo que va en las placas electrónicas no lo hacemos. El componente electrónico es lo más chico que encontramos en la placa de cada instrumento del satélite. Estamos muy lejos de fabricarlo en nuestro país porque ya hay mercados globales dedicados a eso. Son prácticamente los mismos componentes que tiene un celular. De hecho, el teléfono celular es más avanzado que un satélite desde el punto de vista del microchip. En lo espacial se usan componentes con muchas horas vuelo y con una probabilidad de falla muy baja. Hay una gran rama que se dedica a “espacializar” componentes terrestres.
De todas maneras, el diseño del satélite se realiza completamente en Argentina. También se fabrican cajas, tenemos proveedores de nuestro país y Sudamérica. Todo depende del alcance del proyecto. Por ejemplo, los ARSAT nacieron con un cronograma muy ajustado y se necesitaban con una fecha específica ya que debían ocupar las posiciones satelitales para no perderlas. En este contexto, nuestro país no tenía la manera de fabricar muchos de los componentes electrónicos e instrumentos y se optó por comprar lo que no era posible desarrollar en tiempo y forma. Uno de los contratistas principales fue la empresa francesa Thales.
Una manera de hacer rápido el satélite fue comprar todos los componentes y la plataforma se diseñó y fabricó en INVAP. Hay otro tipo de satélites, los científicos como todas las series SAC o el que estamos por lanzar SAOCOM. Estos tienen un fin de desarrollo tecnológico, y no hay cronogramas tan ajustados y uno puede tomar la decisión de diseñar y fabricar acá varios de los componentes.
Obviamente esto es mucho más caro porque es el primero de la línea. Tiene un sinfín de problemas que hacen que el proyecto se pueda atrasar un poco más.
¿Se puede hablar de un intento de industria aeroespacial en Argentina?
Somos el primer país de Latinoamérica en este tipo de industria. En lo aeronáutico, Brasil con Embraer es el tercer productor mundial de aviones.
Quizás lo espacial es un nicho que Argentina empezó a tomar con la creación de la CONAE en 1991 y con la serie de satélites que se fueron desarrollando como los SAC y ARSAT.
¿Qué tipo de satélites son los ARSAT?
Son dos satélites de comunicaciones y son geoestacionarios (GEO). A diferencia de los satélites de órbita baja (LEO) que orbitan alrededor de la Tierra, más o menos a 600 kilómetros de la superficie terrestre y dan una vuelta cada 90 minutos aproximadamente. Lo importante de los LEO es que pueden ir cubriendo toda la superficie terrestre. Un ejemplo es el SAOCOM. Se tiene la información casi al instante, pasan por Argentina y cuando ven una estación terrestre la descargan. Tienen diferentes tipos de usos: detección de focos de incendios, salinidad del mar, medir la humedad del suelo a través de las nubes.
En cambio, los satélites de órbita alta como los ARSAT están a 36 mil kilómetros. La gran diferencia que tienen es que están sobre el ecuador en un punto fijo con respecto a la superficie terrestre. Por ejemplo, en Lobos siempre miramos a los mismos satélites de comunicaciones que están en esa órbita. Van girando con la Tierra. Pueden mandar y recibir información desde el mismo punto. Por eso son tan buscadas las posiciones satelitales para geoestacionarios. Si no se ocupan esas posiciones, luego de un tiempo, se pierden.
Una de las grandes decisiones de los últimos años fue desarrollar los satélites y la industria para ir proveyendo a esas dos posiciones argentinas.
Además, al tener un satélite en determinada posición, se pueden vender los servicios. Esos satélites transmiten distintas bandas.
Para llevarlo al llano, ¿qué utilización se hace de esos satélites?
Cualquier persona puede comprar una parte de ese satélite a través de organismos y vender servicios de telefonía, internet y televisión. De hecho, el plan de negocios de los ARSAT no sólo involucra a los satélites sino también a la televisión digital.
Los satélites ARSAT, como se ubican en el Ecuador, pueden vender servicios a toda Latinoamérica. El ARSAT 2 tiene la capacidad de vender servicios a Estados Unidos y Canadá. Es posible porque tiene unas antenas diferentes que transmiten en otra banda.
Hay grandes operadores multinacionales, como DirecTV, que tienen sus propios satélites. Compran y explotan sus satélites.
Cualquier país puede comprar un satélite que no cumpla todas las funciones y que únicamente ocupe el lugar. O puede vender esa posición pero termina generando una pérdida de soberanía. La base de operaciones de los ARSAT está en Córdoba y lo que permite es tener cierta autonomía.
¿Hoy en qué proyecto estás trabajando?
Estamos por lanzar el SAOCOM 1, entre julio y agosto. Es un satélite de órbita baja y hace bastante tiempo que se viene desarrollando ya que Argentina apostó por desarrollar muchos de sus instrumentos y resultó ser un desafío muy grande. Se va a lanzar desde Vandenberg, California, con un cohete de SPACE X. Hoy en día, NASA no tiene prácticamente lanzadores ya que se está concentrando en construir un cohete que vaya a Marte. SPACE X es una compañía privada fundada por un emprendedor que se llama Elon Musk. Es uno de los grandes pensadores de esta época y uno de los fundadores de PayPal (empresa de pagos online). Una vez que se hizo multimillonario empezó a crear empresas. Una de ellas es Tesla, que desarrolla autos y casas eléctricas. Otra es SPACE X que nació para hacer, básicamente, cohetes y sacarle a la NASA el monopolio del mercado. Musk vio en el espacio una oportunidad de comercialización. Lo que quiere es hacer un cohete para que alguien pueda pagarse un pasaje, es decir que sea accesible, y pueda ir hasta la Luna o a dar una vuelta a la Tierra.
Muchas de las ideas que tiene parecían una locura pero el tiempo le dio la razón. Musk demostró que con toda la serie de los lanzadores Falcon se puede lanzar un cohete y aterrizarlo. Puede reutilizarse el aparato. Entonces, se reducen costos. Ahora está desarrollando un tren subterráneo ultrarrápido, Hyperloop, que funciona con vacío.
Volviendo al proyecto del SAOCOM, un año después de lanzar el primero se lanzará el segundo SAOCOM 1B y, más adelante, SAOCOM 2. Estos satélites están en el marco de un programa que tiene la CONAE con la Agencia Espacial Italiana. Es una constelación de satélites, tienen una antena específica que opera en el rango de las microondas y puede detectar determinados acontecimientos en la superficie terrestre.
Hay otro proyecto, un satélite llamado SABIA-MAR (también es de CONAE) que lo estamos desarrollando en conjunto con Brasil. Ya está en la etapa ingeniería de detalle. Si todo va bien, el lanzamiento debería ser en 2020.
También estamos esperando ver si se reactiva el ARSAT 3. Somos optimistas al respecto.
Hay otros proyectos más chicos pero de gran desafío tecnológico. Son satélites del estilo de los ARSAT pero más pequeños. Además, tenemos varios proyectos en la parte de radares.
¿Cómo es tu vida en Bariloche?
Muy linda. Es una ciudad soñada, como un paraíso.
El invierno es muy largo por lo tanto tenemos pocas horas de luz, entre 9:30 y 17 horas. Mientras que en el verano oscurece a las 22.
La gente vive muy tranquila. No hay muchos problemas en el día a día. Si bien ha crecido desmedidamente y no tiene infraestructura para bancarlo.
¿La idea es quedarte ahí o irte a otro país?
Si bien estuve en Estados Unidos y también en Alemania —durante seis meses estudiando cuando era alumno— siempre dije no me veía formando un futuro en esos países. Siento que como la sociedad argentina no hay en ningún lado del mundo. La cercanía que tenemos con nuestros amigos, con los compañeros de trabajo, con el vecino.
Después, en esas sociedades hay otros problemas que están resueltos. Quizás son los que acá nos agotan mentalmente en el día a día. A mí me gusta estar cerca de la familia, si bien ahora estamos a 1.800 kilómetros.
Valoro mucho saber que estoy cerca, que si tengo un problema puedo ir a consultarle a otra persona, pasar a tomar mate con un amigo o con compañeros de trabajo.
¿Cómo ves el presente y futuro de la industria espacial en Argentina?
Lo veo muy bien, siempre y cuando se acompañe con decisiones políticas adecuadas. El desarrollo aeronáutico y aeroespacial sirve para desparramar a las otras industrias. Muchos de los grandes avances tecnológicos en la historia vinieron de la mano aeroespacial. Porqué digo que necesitan de un aporte político, porque son industrias no siempre rentables. En general se necesita una gran inversión inicial para desarrollar un proyecto, en muchos casos de varios años y después recién tener algún resultado como vender un satélite o un radar.
Como país, es necesario tener la capacidad y desarrollar tecnología porque te da soberanía. Si se ve enmarcado en la idea “estoy poniendo dinero y viendo qué me dan a cambio”, va a fallar.
Hay un futuro espectacular para aprovechar porque la materia gris está, pero tiene que estar acompañado de proyectos políticos. Cuando se forma capital humano, es necesario mantenerlo y evitar que se tengan que ir a otro lado. INVAP es una sociedad del estado, de la provincia de Río Negro y en los últimos años creció muchísimo. Hoy tiene unos 1.500 empleados pero necesita de proyectos tanto en el ámbito público como privado para poder subsistir.
Creo que el futuro está en las comunicaciones y en la tecnología. El que las maneje va a controlar el mundo. Todos sabemos que para el 2050 la población va a haber crecido un 25%. Se necesitan políticas que acompañen ese crecimiento. Inclusive generar más alimento, sacarle más rédito a los campos de la mano de la agricultura de precisión.
Desde mi punto de vista el modelo agroexportador quedó obsoleto. No porque no tengamos que serlo sino porque hay que aplicarle todo el peso de la industria. Existen plataformas tecnológicas que combinan los avances de la ciencia aeroespacial, informática y agronómica para ofrecer soluciones innovadoras y sustentables a toda la cadena de valor. Sin embargo, tampoco se puede hacer todo en nuestro país, hoy el mundo está globalizado y tenemos que ser inteligentes para encontrar nuestro nicho de mercado.
Fuente: Revista Sociedad Rural de Lobos (febrero 2018) http://ow.ly/hjPq30itpUi